Un día un hombre es condenado por una culpa que no ha cometido pero por la que se ha confesado culpable. Es encarcelado en una celda oscura, en una celda aislada, lejos de todos y de todo, solo hay una pequeña ventana al fondo de la misma. Pasa un día en ella, dos días, tres días, y día tras día esta celda se convierte en más angosta, siempre es más oscura, tanto que cada día comienza a arrimarse a aquella ventana, cada día pasa más tiempo asomado. Hasta que una noche ve que en el patio interior de la prisión están construyendo un patíbulo, convencido que el patíbulo es para él comienza a darle vueltas, a pensar en todos los modos posibles de escapar. Hasta que al fin lo consigue, entra en el patio, se sube al patíbulo y se cuelga el mismo.
Esta es la imagen de una persona deprimida.
La depresión en gran parte de los casos es reactiva, es decir, es el efecto de un evento (situaciones vitales de fracaso, de incapacidad, culpas no superadas), o el efecto de un momento particular de dificultad por el que atravesamos; y en otros casos es la consecuencia de otro tipo de trastorno psicológico, por ejemplo ante un trastorno de ansia, una paranoia, una fobia social. Por esto no es raro encontrar la depresión como un síntoma o una reacción a la incapacidad de hacer frente a los demás.
La depresión va gestando y consolidando una creencia férrea en la persona, una convicción fuerte de incapacidad que se manifiesta con diferentes tipos de comportamientos: renuncio a todo incluido el placer, me rindo; en algunos casos me lamento conmigo mismo o con los demás, necesito que me compadezcan; y pido ayuda para todo, delegando cualquier responsabilidad. Estas maneras de actuar ante la vida mantenidas en el tiempo alimentan su malestar y la sensación de incapacidad. Y en la mayoria de los casos la ayuda incondicional hacia la persona que sufre y los comentarios de aliento de los amigos y familiares nutren el problema.
Salir de este estado depresivo requiere ayuda psicológica especializada para la interrupción de las soluciones intentadas que pone en práctica la persona, supone guiarle mediante las herramientas oportunas al desbloqueo de su problema para que tome el timón de su vida, y por último es necesario dar pautas precisas a los familiares porque, muchas veces, con las mejores intenciones se consiguen los peores efectos.